El pan verdadero hecho en un buen horno de leña es el pan de verdad, el que mas rico está y no puedes dejar de comer. Hoy os queremos contar una pequeña aventura en la que pudimos hacer nuestro propio pan en un horno de leña, fue una experiencia de lo mas enriquecedora y el resultado fue increíble. La mayoría de nosotros no tenemos la posibilidad de hacerlo muy a menudo por eso queremos compartir con vosotros como hicimos pan gallego en un horno de leña.
Comienza la aventura
Un día después de comer una compañera de trabajo nos invitó a ir a su casa en Codesido, Lugo, una casa rústica, de las de antes, en la que había un horno de leña en el que de vez en cuando hacía una buena hornada de pan para toda la familia. A pesar de ser mediodía hacía un frío de carallo, creo que estábamos bajo cero.
Cogimos el coche y en un santiamén nos plantamos en la casa, fuimos directos ya que teníamos trabajo que hacer. Era una casa bonita y acogedora, perfecta para refugiarse un fin de semana de frío. Nos colocamos el mandil y nos pusimos manos a la obra.
Lo primero que hicimos fue encender el horno de leña, ya que tarda como 2 horas en adquirir la temperatura adecuada. Lo cargamos bien de leña ,prendimos el fuego y lo dejamos arder, de vez en cuando le echábamos mas leña para que siguiera ardiendo.
Haciendo nuestro propio pan
Mientras hicimos la masa del pan. Mi amiga ya había hecho una hornada la semana anterior por lo que ya tenia hecha la masa madre. Lo único que hicimos fue incorporarla a una mezcla de harina y agua que amasamos durante un buen rato. Dividimos la masa y la pusimos en unos recipientes de madera llamados copetas os dejo una foto .Los dejamos fermentar haciéndole una cruz en el medio y tapándolos con chaquetas de hombre,así lo hacían antiguamente y seguimos la tradición.
Después de un rato de espera cogimos de nuevo la masa para por fin darle la forma de pan,un bollo bien hermoso. También hicimos un pan en forma de rosca, la típica gallega.Aquello ya empezaba a tomar forma.
El horno ya estaba casi listo, así que limpiamos las brasas y restos que deja la leña para comprobar su temperatura. No utilizamos ningún termómetro, simplemente echamos harina y se nos quemó, eso significa que estaba muy caliente y había que esperar que enfriara un poco.
Una vez bajo la temperatura metimos el pan a hornear,salieron como unos 15 .Simplemente quedaba esperar y estar atentos para sacarlos. Recuerdo que nos quedamos cerca del horno para estar calentitas e ir oliendo ese rico aroma de pan recién hecho mientras tomábamos un café.
Después de 2 horas largas de espera los bollos de pan estaban listos para salir a la luz. Recuerdo que tenían un aspecto delicioso nada mas sacarlos del horno. Una corteza doradita y robusta, un olor que me transportó a mi niñez cuando iba a comprar la merienda a la panadería.
Tuvimos que dejar enfriar un rato , aunque yo le hubiera pegado un bocado recién salido del horno. Cuando lo partimos por la mitad vimos que estaba bien hecho, una miga esponjosa, crujiente por fuera y tierno por dentro. Tenia los típicos agujeros en la miga que tienen los buenos panes. Solo recordarlo se me hace la boca agua.
Después de todo el trabajo nos merecíamos comernos un trozo de pan recién hecho, que delicia , ojalá tener un horno de leña para hacer todos los días en casa. Fue una experiencia enriquecedora, si tenéis la oportunidad no dejéis de hacerlo pues la satisfacción de hacer tu propio pan combinado con el resultado es maravilloso.
No dudo que muy rico pero el chollo que da creo que sí tenemos un horno de leña no se le quita partido, no tenemos horas ni paciencia para esperar, queremos hacer muchas cosas y estar en todo
Ser es genial!
Razón no te falta Rosi, no necesitamos solo el horno,también más tiempo libre para hacerlo jaja
Yo he hecho pan gallego esta semana es muy laborioso pere el resultado ha sido genias